El chico se vio atraído por la niña, su belleza lo cautivó, y quería conocerla. De camino a su casa, fue preguntando a todo quien se cruzara si habían visto a la chica, a la par que le mostraba la fotografía, pero todos le daban la misma respuesta, nadie había nunca visto a tal muchachita. Cabizbajo regresó a su casa, donde al abrir la puerta y ver a su madre, le preguntó si había visto alguna vez a la niña de la foto. Le contestó con un “no”. Un poco decepcionado, se fue directo a su habitación, donde dejó la fotografía encima de un tocador, esperando algún día poder encontrar a la chica.
Había oscurecido ya, y el chico recostado en su cama, escuchó unos golpes en su ventana. Sorprendido, rápidamente se levantó y miró hacia el exterior a ver si podía localizar algo. Vio como alguien se movía en la distancia, como si estuviese huyendo. Salió de la casa a buscar quién había sido, pero se perdió a lo lejos, y no pudo alcanzarla.
Otro día más, es de noche nuevamente. Esta vez el chico se encontraba dormido. Sin embargo, esta vez se escucharon golpes más fuertes en su ventana, tanto que fueron capaces de despertarlo del sueño. Sin pensarlo, velozmente salió de su morada, y corriendo persiguió a una chica que se distinguía a la distancia, mientras le gritaba pidiendo que aguardara, pues quería conocerla. En una vuelta de calles, la había perdido de vista, y volteando la cabeza a todos lados para hallarla; se había quedado en medio de la carretera. De pronto, un coche pasó a toda velocidad, pasándole por encima y dándole muerte.
El conductor responsable de su muerte, bajó de su coche para así poder ver al chico hecho pedazos por los neumáticos. Asqueado, se acercó lentamente y notó que a un lado del cuerpo, se encontraba una fotografía. El hombre la levantó y al observarla, estaba una niña muy hermosa, con un vestido, mirando hacia el frente, sosteniendo tres dedos.
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