La miró sorprendido, no esperaba tal respuesta. Pensar que hace tanto
la había amado, que hace tanto, le había parecido una buena persona.
Facundo la miró a los ojos, casi como intentando asustarla.
Evidentemente, no surtió el efecto deseado por el hombre, y recibió más
gritos… “¡¿qué mierda mirás?!”. Ahora, le estaba prohibido mirar a la
mujer con la que había perdido su virginidad, con la que había pasado
tanto. Miró a su alrededor, mientras las quejas absurdas continuaban por
parte de la mujer. El hombre bajo su cabeza, casi avergonzado, y puso
toda su atención en una mancha en el suelo.
Los gritos, ahora, eran solo
música de fondo, tan solo sonidos intentendibles… estuvo así alrededor
de cinco minutos. Cuando finalmente se dispuso a levantar la vista, la
mujer había parado de gritar y caminaba hacia la puerta, dándole la
espalda.
-¡Ey ¿Adónde mierda vas?!-gritó Facundo. Era la primera vez que mostraba su enojo de tal forma.
Cecile se dió vuelta y lo miro. Comenzó a avanzar lentamente, con un
paso un tanto soberbio. Su marido fue quien le dio la espalda ahora. La
molesta mujer le tocó la espalda, recordándole su presencia. Cecile casi
cae al suelo, tras su brazo ser impulsado por el giro de Facundo.
Cecile sintió algo en su frente, algo punzante e increiblemente
doloroso. El metal se deslizó lentamente fuera de la cabeza de lo que,
ahora, era un cadaver.
El cuerpo cayó al suelo, y Facundo comenzó a gritarle, parecía loco… bueno, tal vez lo estaba.
“¡Veinte años! ¡Veinte putos años aguantando tu mierda!”
Luego, rapidamente insertó, con bastante fuerza, el cuchillo en su
estómago. Sonrió. Acto seguido, retiró el cuchillo de una forma
maravillosamente suave. Y murió, sonriendo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario